En el Reino Unido y Nueva Zelanda existe un alto nivel de apoyo y promoción de los cigarrillos electrónicos como opción de tratamiento de primera línea para dejar de fumar.
De acuerdo con el estudio “Nicotine e-cigarettes as a tool for smoking cessation”, publicado por Nature Journal, los cigarrllos electrónicos o vapes podrían aceptarse más ampliamente como una herramienta eficaz y respetada para tratar la adicción de los adultos fumadores de cigarrillos. La investigación señala que existen pruebas suficientes para respaldar el uso de los cigarrillos electrónicos como ayuda de primera línea para dejar de fumar en adultos.
Entre los coautores del estudio figuran: Kenneth Warner, decano emérito de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Michigan; Neal, Benowitz, del Departamento de Medicina de la Universidad de California en San Francisco; Ann McNeill, del Centro Nacional de Adicciones del King’s College de Londres (Reino Unido); y Nancy Rigotti, del Departamento de Medicina de la Facultad de Medicina de Harvard.
«Demasiados adultos que quieren dejar de fumar no pueden hacerlo», afirmó Kenneth Warner, decano emérito de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Michigan. «Los cigarrillos electrónicos constituyen la primera herramienta nueva, en décadas, para ayudarles. Sin embargo, relativamente pocos fumadores y, de hecho, profesionales sanitarios aprecian su valor potencial», explicó Warner.
En un estudio publicado en Nature Medicine, Warner y sus colegas adoptaron una visión global del vapeo, examinando los países que lo promueven como método para dejar de fumar y los que no.
Según los autores, aunque los organismos de Estados Unidos y Canadá reconocen el beneficio potencial del uso de los cigarrillos electrónicos, consideran insuficientes las pruebas para recomendarlos como tratamiento para dejar de fumar. Sin embargo, en el Reino Unido y Nueva Zelanda existe un alto nivel de apoyo y promoción de los cigarrillos electrónicos como opción de tratamiento de primera línea para dejar de fumar.
«Creemos que los gobiernos, los grupos de profesionales médicos y los profesionales sanitarios de países como EE.UU., Canadá y Australia deberían tener más en cuenta el potencial de los cigarrillos electrónicos para aumentar la deshabituación tabáquica», afirma Warner. «Los cigarrillos electrónicos no son la varita mágica que acabará con la devastación causada por el consumo de cigarrillos, pero pueden contribuir a ese noble objetivo de salud pública».
Además de evaluar las diferencias en las actividades reguladoras de los distintos países, los investigadores examinaron las pruebas de que el vapeo aumenta el abandono del tabaco, las consecuencias para la salud de los cigarrillos electrónicos y las implicaciones para la atención clínica.
También citan el hecho de que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) haya designado algunas marcas de cigarrillos electrónicos como «adecuadas para la protección de la salud pública», la norma necesaria para recibir la aprobación de comercialización. Según los investigadores, esta medida implica indirectamente que la FDA cree que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar a algunas personas que de otro modo no lo harían.
Diversos estudios han evidenciado que los cigarrillos electrónicos son una mejor alternativa para adultos fumadores que no van a abandonar el cigarrillo convencional. Esto se debe a que los electrónicos no producen combustión o quema ni humo, que es la principal causa de exposición a sustancias tóxicas o potencialmente tóxicas vinculadas al tabaquismo.
Warner y sus colegas concluyeron que «la aceptación de la promoción de los cigarrillos electrónicos como herramienta para dejar de fumar dependerá probablemente de los esfuerzos continuos para reducir el acceso y el uso de los productos por parte de los jóvenes que nunca han fumado. Ambos objetivos pueden y deben coexistir».